viernes, 8 de enero de 2010

Incoherencias

Una sociedad sin ideales ni ideologías, donde reina el pragmatismo y el cinismo, encumbra millonarios, deportistas, pastiches del triunfalismo y la vida boba, encuentra sus mártires en las víctimas del robo calificado, de los accidentes de tránsito, del asesinato policial, de alguna catástrofe de magnitud. Y aclama como héroes a los sobrevivientes de secuestros extorsivos a los transplantados con éxito, a los deportistas que lograron dar vuelta un resultado adverso.
Y la política suele representar de manera hiperbólica esta situación. Digamos como ejemplo que, Julio Cóbos, acaba de lanzar su campaña presidencial contra la corrupción, el autoritarismo y la inmoralidad del gobierno que representa.
Caso raro el de los radicales, fundar un partido que, en cualquier caso, llegado el momento, invertirá las ideas y argumentos que lo han encumbrado, volviéndose incluso contra sus propios votantes. Juega al perro que se muerde la cola, aunque lo del perro no pasa de ser un juego.
La toma universitaria de Redrado en el Banco Central es una escena más, con manifestantes y visitantes que amenazaban opacar el velorio de Sandro en el Congreso, si, en el Congreso. Suena tan descabellado el acontecimiento que su defensa coloca en offside a quien sea. Sin embrago allí acuden los medios que inmediatamente desenfundan sus dos diccionarios para explicar el hecho. Uno negro para clarificarnos que el gobierno lanza un artero manotazo a la caja de todos los argentinos para pagar deuda ilegítima e ilegal que no sabemos quienes ni con qué fines la habrán contraído, que esto posibilitaría contraer más deuda y, no somos giles, quién quiere comprar deuda? Además la inflación se iría por las nubes. Defender la posición del gobierno entonces es caer en la imbecilidad o envilecernos bajo los influjos de la billetera mágica de los K. Con el diccionario blanco, el periodismo independiente nos explicará que Redrado es algo así como un superhéroe que cuida de nuestro dinero ante los embates de una mujer enceguecida de ambición y maldad, que claro, como se está ahogando tras la derrota del 28 tira sus manotazos, de ahogado. Y es todo tan simple…
No pidamos coherencia en este escenario, tampoco el Frente para la Victoria la tiene, ya que de política se trata. No podremos encontrarla en Pino Solanas, no le importa quiénes son sus aliados. Pues tiene un objetivo. Es la política desatada la que da sentido a un diccionario tan contradictorio, tan caprichoso en su aplicación.
Hace un tiempo Carlos Raimundi estuvo en el programa 6 7 8 de canal Siete, allí, entre otras cosas, afirmaba que el progresismo tiene un solo capital que es la coherencia, pobre capital en estos tiempos si es que el objetivo de ese progresismo es tomar el poder del Estado.

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