martes, 11 de mayo de 2010

Un pelotazo en contra


Además del genial personaje, Jhonny Tolengo –ídolo de mi infancia–, Juan Carlos Calabró hacía otro entrañable, Aníbal, un pelotazo en contra, ¿no? Pienso que de seguir aquél programa humorístico, Fernández se estaría peleando con el actor. Lo tomaría como una afrenta a su investidura. Y la verdad no lo entendería. No entiendo la estrategia mediático política que, de seguro ha de ser endiablada y brillante, se oculta detrás de las inoportunas apariciones del ministro Fernández en los medios de comunicación. Hay ciertas cosas de la alta política que no alcanzo a dilucidar. Cuestiones de táctica y estrategia, me diría Fernando.
Como no entendí cuando, Aníbal, el ministro, se peleó con Amalia Granata, si se trataba de un intento de la rubia por lanzar su candidatura política o del ministro por ser convocado para bailando por un sueño. Ahora, la acusación contra Langer, el humorista que hace La Nelly en la contratapa de clarín, una historieta mediopelo, con chistes de bajo vuelo, me hace más incomprensible la trayectoria del nietzcheano mandatario. Tan confundido estoy que no se si no le estaré haciendo el juego a la derecha.
Retomando, Aníbal Fernández es una cuadro político, interesante orador y mejor polemista, ¿es necesario que saque a relucir sus armas cada vez que alguien chicanea al gobierno nacional, incluso a sus guardaespaldas?¿hace falta que le conteste a Mirtha?¿no son las chicanas parte del juego de la democracia, ese lugar donde el enfrentamiento duro y puro se distiende para hacernos ver que esto no es a matar o morir?¿no estará pasando con Aníbal lo que sucede con los grandes delanteros que por solidaridad con su equipo bajan a defender en un tiro de esquina y terminan metiendo un gol en su propio arco?¿no habrá sido Calabró un visionario?

El pintor

Por: Fernando Canale.

Un chirrido estruendoso lo despierta a las seis de la mañana. Mientras se levanta y prepara su mate cocido, piensa que le falta revocar el frente de su casa. Hasta ahora no ha tenido tiempo ni plata para hacer el trabajo, ya que ni la reseca ni el patrón le dieron tregua estas últimas semanas. De todos modos, parece que a su padre la gusta así, tal vez como una forma de no olvidar nunca que alguna vez tuvo que pelear a brazo partido con la fiera miseria. “Orgullo de vasco”, piensa en voz alta mientras se afeita su barba de lagartija.

Mientras se viste con su mameluco harapiento, escucha la bocina de la camioneta de su patrón, que como siempre llega horario. “Dale, metele, que llegamos tarde”. Sin importar el frío o el calor del momento, el lugar asignado es algo que nunca cambia. Disciplina del obrero le llaman, y como el resto de la tropa no se ha quejado nunca, no ve ninguna razón para innovar en este terreno; ya que no es cuestión de armar una revuelta en la granja y que lo tilden a uno de sindicalista o empleado descontento.

Recorriendo las mismas esquinas de los últimos cuatro meses, nota que la gente lo mira raro, con una indiferencia singular. “Debe ser por este porquería que me pongo, ¿!y con quieren que pinte, con un saco de oficinista?!”. Muchas veces se imagino lanzándole el balde a uno de esos gansos que lo miran disimulando el desprecio, pero nunca tuvo el coraje ni la valentía de arruinar un instrumento de trabajo por tan poca cosa.

Llega a la obra y luego de saludar al resto de los muchachos, se pone a trabajar. “Deja que la mano se mueva sola, así se trabaja mejor”, le decía el patrón en sus primeros días. Y durante el frenético vaivén de pinceladas la mano se disocia y adquiere tal independencia que parece un ser extraño a su voluntad. No se siente infeliz trabajando, ¿como sentirlo?, si él no está ahí, sólo son su mano y pared los que existen, como un vínculo sagrado ante el cual nadie puede interponerse.

Alguna vez escucho que “las paredes hablan”, para las que él pinta son siempre testigos mudos que sólo le devuelven indiferencia. Pasadas tres horas, su mano sigue y sigue a un ritmo vertiginoso que solo interrumpe algún comentario de sus compañeros. “Vos sabes que el sábado estuve con la Chiqui, nos chupamos una damajuana entera, y después el clásico mete y saca”. Ríe, y en ese momento recobra la conciencia que su mano le pertenece, pero no por mucho tiempo, porque sino no terminará el trabajo, y al patrón le paga a obreros y no a filósofos de café que se pierden en creaciones inmateriales.

Pedro continuará así durante 2 semanas más, y cuando termine la obra, los ladrillos que exhibían su cruel desnudez; se transformaran en agradables paredes pintadas de color pastel que cobijaran a un abogado, o algún empresario pujante en estos tiempos de bonanzas. Dignos señores que tendrán a su disposición a una de esas mujeres que venden sus curvas al módico precio de una linda casa y un auto último modelo. Y luego, volverá para Pedro, la intemperie del ocio, junto a la extraña convicción de que ha recuperado su mano. Y se preguntará nuevamente: ¿Para que sirve una mano propia sin un céntimo en el bolsillo?

Posiblemente, la familia que habite este lugar jamás conocerá que allí hubo una mano sin nombre que le brindo colores a esa cárcel de cal y ladrillos; tampoco, sabrán que esa mano pertenecía a un hombre que el anonimato y la pobreza se encargaran de enterrar día a día en el olvido. Y no es por indiferencia, ni desagradecimiento a una labor tan bien realizada, que nadie recuerde al hombre detrás de la obra, sino simplemente, por el inevitable designio de que las paredes no tienen memoria.

domingo, 9 de mayo de 2010

viernes, 7 de mayo de 2010

Macri a un paso de convertirse en preso político


Si es así, sería el primer preso político de la era K. Con lo cual TN podría hablar desembozadamente de una dictadura, Noticias no tendría que realizar un arrepentimiento histórico por la tapa más grosera desde el retorno a la democracia y Clarín podría titular: Confirmado: el gobierno de la conchuda es una dictadura. Pero no nos apresuremos, todavía la estrategia de Macri puede funcionar, Oyarbide declararse culpable de condenar a una inocente palomita y este ser un país enserio. Hay algo de jodido en la estrategia de Mauricio –si así se le puede llamar al engendro (de la defensa hablo)– y es que esa, la victimización, suele ser la defensa de los tipos jodidos, de los victimarios: decir que no sabían lo que hacían, que solo recibían órdenes, que actuaron bajo el influjo de las pasiones, que hay complot en su contra, que el otro pegó primero, etc. Con lo cual, la conclusión se caería por el propio peso de su obviedad: Macri es un jodido. Te mandaría al frente ante la primer pregunta comprometedora, el no tendría culpa, porque ya sabemos, los tontos son buenos y si son malos, lo son producto de su torpeza, y a otra cosa carrascosa.
La posibilidad, remotíiiiiisima de que Mauricio vaya preso me hizo recordar una anécdota de cuando militaba en un movimiento piquetero que no viene a cuento y cuyos actores tampoco vienen a cuento porque si no me cagan a trompadas. Se trata de que un día de hace algunos años, uno de nuestros compañeros llama urgente a una reunión para tratar un tema de suma relevancia: la detención de otro compañero del movimiento. Un preso político, algunos lo tomamos con cierto aire de triunfo, por fin alguien se daba cuenta de que nuestra existencia atentaba contra el sistema capitalista burgués deshumanizante liberal y menemista. Inmediatamente comenzamos a planear marchas a la justicia; a redactar comunicados de prensa donde denunciábamos con nombre y apellido a los traidores al movimiento nacional y popular; a imaginar conferencias de prensa y presentaciones ante la Comisión Interamericana de DDHH, etc. Todo bárbaro, hasta que a algún escéptico de la validez del contenido de nuestra lucha, se le ocurrió preguntar bajo que cargos lo habían detenido a nuestro flamante mártir, la contestación cierra la nota: había asaltado un supermercado de pueblo, llevándose 2 mil pesos en billetes y trescientos cincuenta en monedas de cincuenta y veinticinco, lo atraparon cuando salía borracho como una cuba de un quilombo al que había acudido a reventar el botín.

martes, 4 de mayo de 2010

La dictadura del rating


Por: Fernando Canale.
Actualmente los medios de comunicación han tomado como bandera la defensa de “la libertad de expresión”. Este planteo, aparentemente, no tiene más finalidad que garantizar la autonomía de criterio del ciudadano, su posibilidad emancipadora y critica frente a programas oficialistas- como “6,7,8”-que amenazan encadenar a la opinión pública con sus dos puntos de rating. Ahora bien, si tomamos los conceptos de emancipación y autonomía y lo comparamos con la realidad actual y pasada de los medios de comunicación masiva ¿Con que panorama nos encontramos en nuestra selva mediática?, ¿Quiénes son sus referentes? Hagamos un breve repaso.

Tenemos un “hombre” que aparte de los millones de dólares que posee a través de su “afortunada” herencia de chocolatero, sostiene como mayor intriga si es o no homosexual. Una señora con dudoso talento periodístico (de la cual es un pecado decir su edad) que tiene la audacia de considerarse a sí misma como la representante de la “opinión de la gente”. Una maestra retirada, que tiene la extraña virtud de creer que los dinosaurios están vivos y de afirmar que la Plata es la capital de nuestro país. Un ex periodista deportivo, imparcial fanático de San Lorenzo, que es uno de los conductores más influyentes de la televisión argentina, y que ha logrado meritoriamente esta posición a través de bloppers, deglución de alfajores en cámara, enanos corriendo tras una pelota, etc.

Cientos de estos especímenes abonan la televisión argentina hace décadas, y le quitan una cínica sonrisa a Doña Rosa que comparte la humorada canalla, la estupidez senil, la infamia mendaz. Minuto a minuto, los televidentes se alimentan de esta carroña in-formativa como monos hipnotizados que se olvidan de todo entre los flashes televisivos. Ahora bien, ante semejante panorama mediático, me pregunto: ¿Dónde estaban los adalides de la libertad mientras sus amos llenaban de mierda el cerebro de los argentinos?, ¿O acaso transmitir reiteradamente esta clase de shows televisivos es emancipar al ciudadano? Supongo que no. Entonces, ¿Por qué se utiliza el argumento democrático cuando se amenaza al lucro y no cuando éste se alimenta de la enajenación del ciudadano? Claro, me dirán: “es la gente quien lo elige”, la gente no se equivoca”, Estamos en democracia!” A este refugio simplista y barato, habría que responderle que no es la democracia la que reina en nuestra realidad mediática, sino que ésta, se refugia-como bien lo diferencio Aristóteles- bajo las pobres alas de la demagogia. Confundir lo bueno con lo masivo, entregar a sicarios a los medios de comunicación, en poco y nada tiene que ver con la democracia. Sino, en lugar de enseñar en las escuelas a pensadores como Kant, Aristóteles o Marx, deberíamos reemplazarlos - porque es lo que “la gente quiere”- por cátedras que tengan como referentes a Legrand, Tinelli o Susana Gimenez.

En síntesis, tal vez este planteo parezca utópico, y hasta para algún distraído, casi autoritario. Pero no se preocupe Doña Rosa, no es la pretensión de este escrito que “desaparezcan” los programas de chimentos; pero si que éste ”monopolio de la boludez” ceda espacios a otra lógica que permita espacios de emancipación que vayan más allá de las fauces del mercado, que hoy en día, sólo nos entrega su vómito televisivo del minuto a minuto.