viernes, 6 de noviembre de 2009

Clientelismo

Escuchar hablar a Buzzi, presidente de la Federación Agraria, me produce crispación. El cinismo de su discurso linda con la grosería. La situación del “campo” es tremenda dice, por su gravedad. Habla de desertificación, de emergencia agropecuaria, del peligro que corren sus vaquitas ante la inminente crecida del Paraná, “por el agua que viene del Brasil” dice y parece que el culpable en este caso fuese Lula. Y uno ya anticipa el irremediable mangazo al gobierno nacional, subsidiario de los empresarios privados que en los últimos 20 años optaron por el monocultivo de soja.
Hace un tiempo estuve en la localidad de Holt, departamento Islas, un pequeño poblado que sufrió las consecuencias de las políticas neoliberales de los noventa. Terminal ferroviaria, y puerto de ultramar, perdió su ser con el cierre de los ferrocarriles y luego con la desactivación del puerto, robo de ATN y Pacayub mediante.
Los habitantes de Holt, pueblo que se convertirá en otro de los emblemas del actual gobierno nacional luego de la visita de Chávez a Entre Ríos, aún recuerdan que no hace mucho la fila de camiones cargados de arroz con destino a Venezuela llegaban hasta la ruta, unos veinte kilómetros de camino serpenteante. También hablan de que ese camino será reconstruido íntegramente con dinero de la nación. Se esperanzan con que Holt volverá a ser una localidad pujante en no mucho tiempo. Sin embargo, la mayoría allí, considera que Cristina Fernández es una yegua que lo único que quiere es sacarle la plata a los sufridos ruralistas.
Otro dato relevante del paisaje de Holt es la gran biodiversidad que posee, prácticamente un paraíso natural a sólo media hora de Buenos Aires. Los conocedores del interior entrerriano sabrán apreciar que la diversidad de fauna y flora que leíamos en los libros y que algunos pudimos conocer ya no es tal, a sido eliminada debido al uso indiscriminado de los pesticidas con que los empresarios del agro miman el alimento de cerdos y vacas de países del primer mundo. Holt no tiene soja, zona de islas que se inunda hasta la incomunicación con otros pueblos cada vez que el Paraná crece, es el lugar donde los ganaderos han llevado sus vacas empujados por la incesante expansión de la frontera sojera. Pronto la inundación les hará pagar caro esta elección, pero ya sabemos, tendrán de su lado a los medios y empresarios rurales que, sólo por pudor, no acusan al gobierno nacional de las catástrofes naturales.

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