miércoles, 11 de noviembre de 2009

El problema sos vos

Escuchar a Georgina Barbarossa, causa cierta irritación. Uno no sabe si lo suyo es cinismo o estupidez, pero de seguro no es inocencia ni arranque aislado de una persona harta de padecer injusticias. Enseguida la caterva de mediáticos devenidos opinólogos muñidos por una sociología bastante chata, nos dicen a los gritos y escupiendo la cámara que Georgina no está sola.
Todo ello en una rara mezcla con imágenes de colas kilométricas esperando ser atendidas en la ANSES para encontrar ninguna respuesta a sus preguntas.
Lo que si queda claro del mensaje neofacho de los medios y sus emisarios es que el problema es el otro. El peruca, el bolita, el paragua, el puto, el trava, el negro, el villero, el gordo, el deprimido, el que se enferma y no va a trabajar, el joven, el pibe chorro, el gobierno, y claro está, esa yegua, son los culpables.
Nos están matando a todos, es el mensaje de los vivitos y coleantes voceros del Apocalipsis que de seguro tendrá lugar en la ficción de los medios uno de estos días, para regocijo virtual de la eternamente bronceada y blonda Lilita.
El otro es el peligroso, el que atenta contra nuestro bienestar, por lo tanto hay que encerrarlo –y encerrarnos–, marginarlo, negarle hasta los más básicos de los derechos hasta que se hagan buenos y sumisos, como ellos que se hicieron millonarios…trabajando, por supuesto.
Cuando no es peligroso, el otro es el retratable pobre al que hay ayudar –o tal vez sea a la inversa, quién sabe–, claro. Porque después de todo uno tiene corazón, no? Entonces el otro ocupa la pantalla para ser humillado con cajas de comida, puesto que los pobres lo único que quieren es que les regalen las cosas. Que los mantengan, a ellos y a sus hijos. Un par de bolsas de comida por dos puntos de rating es negocio. Y de paso el verdulero de la esquina se da cuenta de lo bueno que es ese muchacho de la tele. La otra forma, más deplorable aún, de aparición del otro en la tele es como objeto de burla, para divertir a la muchachada, porque el otro es deforme o raro, o tiene problemas neurológicos, entonces nosotros que somos re vivos y sanos (y arios) nos cagamos de risa, un plato che.
Si todo esto, cada vez que lo ves no te causa ternura, ni emoción, ni risa, sino una extraña y profunda tristeza, considerate a salvo, pero también marginal.
En todas estas horas de tele, en todos los minutos que movileros dedican a contarnos lo que estamos viendo con nuestros propios ojos: largas colas de trasnochados en la ANSES, no se emplea ni uno sólo en aclarar que no hay que recurrir allí para acceder al derecho a la Asignación Universal por Hijo, que sólo basta con enviar un mensajito de texto a 0,16 centavos más iva o llamar a una línea gratuita o gastarse dos pesos en el Cyber. Que si estas registrado en la ANSES sólo tenés que ir con tus documentos, los de los chicos y la libreta de familia a cobrar al banco a partir de diciembre.
Tampoco se gastan dos guitas del tirano Cronos en hacer mención de que aquello que crispa a Georgina, Susana y Marcelo, guarda un indisociable relación con la situación de injusticia social que el derecho a la Asignación Universal por Hijo trata de resolver en parte. Y aquí no podemos descansar en la ignorancia y menos en la inocencia de quienes gerencian estos medios, ni de quienes se sirven de ellos como tribuna.
En TVR, que se transmite para el interior en un horario marginal, el sábado 7 de noviembre, Alejandro Dolina, decía, que “a veces la maldad se parece mucho a la estupidez”.
Dolina, intelectual lúcido de la Argentina, muy peroncho para las grandes audiencias, muy negro para ser considerado en los ambientes académicos, muy pedestre para ser catalogado como filósofo, es todo eso y además un genial escritor.

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