miércoles, 7 de abril de 2010

Breve historia de las rubias


Todos sabemos que en este país de racistas disfrazados de objetivos no es lo mismo una rubia bronceada que una negra teñida. Pero esta diferencia no se da a partir de la aparición de la rostizada Lilita ni de la cándida Nicole, aguerrida militante de los derechos humanos de los humanos privilegiados, no. Las sociedades del medioevo consideraban una marca negativa la dejada por la prolongada exposición al sol, significaba que uno era un negro cabeza, laburante de sol a sol. Por ello, la nobleza, se cuidaba mucho de caer bajo la incidencia de los rubios rayos de Febo, actitud que la llevó a considerar que por sus venas corría sangre azul, estaban tan blanquitos ellos que se podían ver las venas. Con el paso del tiempo y la revolución industrial, los trabajadores fueron dejando el campo a las ovejas, desalojados a patadas, y ocupando la sombra de los talleres. Su piel se volvió blanquísima. Las clases privilegiadas, en este caso la burguesía industrial, siguieron con su obsesión por los símbolos que la diferenciaran de los laburantes, entonces optó por tomar sol. Ello significaba que tenía tiempo suficiente y dinero para veranear en lugares exóticos, y tan despreocupada estaba que languidecía bajo el sol.
El hecho de teñirse el pelo amarillo puede considerarse un agregado de nuestros tiempos y nuestra cultura, que ve en lo europeo todo lo bueno y en lo nativo lo otro. “Traigan rubios” era la consigna de Sarmiento. Si a ello le sumamos paranoia de clase privilegiada, nos da Nicole y la resultante es una Aníbal ofuscado.

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