domingo, 4 de abril de 2010

Nunca invites a un asado a Caparrós


Aunque los muchachos, bah, Diego Gvirtz, insista en llevar a Martín Caparrós a sus programas, no debería hacerlo. Es verdad que ello tal vez dé una imagen de amplitud al programa en cuestión, pero no es saludable para nosotros los televidentes, ni para los conductores. Hace tiempo me parecía interesante entrevistado Caparrós, pero desde que leí La vida urgente de Soledad Rosas, mi interés comenzó a decaer, y sus últimas apariciones en 678 y ayer TVR (que en cuanto a contenido y producción son más o menos lo mismo que Duro de Domar más el suplemento joven Ni a palos), liquidaron eso que tanto me cuesta sostener, el interés digo.
Por eso les recomiendo nunca invitar a un asado a Martín Caparrós, porque seguramente aceptaría, agradecería la invitación, pero en lo mejor de la comilona, tiraría alguna frase como, “el asado es para los oligarcas de este país” o, haciendo alusión al vino en que nos gastamos nuestros últimos centavos, “comprar vinos caros es de nuevoricos” y si el elegido fue el popular tetrabrik, nos tratará de peronchos incivilizados (dios nos salve de ofrecerle un choripán), pero claro, con su habitual agudeza del intelecto. Es que así de difícil resulta satisfacer a Martín, para el cual el conjunto se subordina al detalle y el es un experto en encontrar aquellos detalles que lo hagan quedar como un agudo crítico. Todo ello le servirá para vender muchos libros y llevarse, de nuestro hipotético asado, a la bella y adolescente novia estudiante de comunicación social que, desde luego, habrá quedado hechizada por las artes de un intelectual crítico como él.

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